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No te avergüences de hablar en lenguas



Tena jistilign (ጤና ይስጥልኝ) amado. Que la revelación del amor de Dios sea su parte, un aceite de alegría te sea concedido. ¡Canta al Señor sus bondades, dile al Redentor tu gratitud! ¡Y que "Aleluya" esté en las paredes de tu casa!


Porque el que habla en lengua desconocida no habla a la gente, sino a DIOS; porque nadie le entiende ni capta su sentido, sino que por el Espíritu habla misterios [verdades secretas, cosas ocultas]."__ 1 Corintios 14 :2 (AMP)


He notado varias veces en los nuevos conversos un poco de vergüenza cuando empiezan a hablar lenguas. Una vez le pregunté a una hermana sobre esto. Ella respondió: "Me da vergüenza hablar en lenguas cuando estoy en un grupo. No es armonioso, todavía tartamudeo, y muy a menudo repito palabras. ¿Cómo podría DIOS entender todo lo que digo? "Tal vez te reconozcas a ti mismo en estas palabras. Entiendo este sentimiento. Sin embargo, no tiene que serlo. Realmente no tiene que serlo.


¿Has notado que las madres siempre entienden la infancia de sus bebés? Tan pronto dijeron una palabra, ya terminaron la oración. Interpretan el llanto, los gritos y la mímica. Una madre oye llorar a su bebé, y al instante, sabe si tiene hambre, si su pañal está mojado, si está caliente, si tiene miedo, tiene un chicle dolorido, si necesita un abrazo o si está en un capricho. Algunos durante su embarazo ya estaban hablando a las maravillosas criaturas no nacidas que llevaban.


El lenguaje de un niño se enriquece con los intercambios diarios. Es bien sabido que cuanto más se habla a un niño, más rápido adquiere las palabras. Las primeras palabras que pronuncia son las que más oye en casa, en la guardería o en la escuela. Al ser la mayor de mis padres, fui la niñera de los últimos y, sobre todo, de los más pequeños. Después de las palabras "mamá" y "papá", mi nombre de pila "Christelle" era el siguiente, y luego las palabras "hola" y "gracias".

Cuando empezamos a hablar en lenguas es como un niño, un infante, que aprende a hablar. No es armonioso, parece más una repetición de sílabas, un monólogo, que una verdadera conversación. Pero no importa. Es sólo un comienzo. Lo que te parece sólo una sílaba es una palabra en tu lenguaje espiritual. DIOS entiende completamente lo que estás diciendo. Como recordatorio, hablar en lenguas es un don del ESPÍRITU SANTO recibido en el nuevo nacimiento. Con seguridad, Él sabe lo que ha dado.


Antes de que te formaras en el vientre de tu madre, Él ya te conocía (Jeremías 1: 5). Él te hizo. Te ama mucho más que el amor de una madre. Además, te ama con un amor eterno, incondicional y responsable. Tiene un amor perfecto por ti. Por lo tanto, siéntete en paz, sereno y lleno de alegría cuando te dirijas a Él. La oración no es un concurso de elocuencia. Ser un niño no es un pecado, negarse a crecer sí lo es. No te prives de este maravilloso don, habla en lenguas, ora en lenguas, canta en lenguas mientras sea posible.






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